jueves, 27 de agosto de 2009

CUANDO SE APRENDE A VALORAR LA VIDA

¿Cuándo SE APRENDE A VALORAR LA VIDA?

Deberíamos valorarla desde el momento en que llegamos al mundo. Sin embargo, a veces tiene que pasarnos algo, como la pérdida de un ser querido para reconocer si hemos o no valorado nuestra vida y la de los demás. Recientemente, una muy querida amiga perdió a su amado esposo. La muerte de “Toñito” – como le llamaba ella- vino a hacerme reflexionar acerca de lo efímera que es la vida, lo ciegos y dormidos que estamos los seres humanos, cuando en lugar de aprovechar cada momento al lado de nuestros seres queridos, nos abstraemos en la rutina, preocupaciones y demandas que nos hacen olvidar que todos absolutamente todos nos iremos algún día.
Afortunadamente en el caso de Ruth (mi amiga) tuvo oportunidad de tener presencia en la vida de Toño, a lo largo de los años que compartieron juntos. En las buenas y en las malas, en la salud y enfermedad en la pobreza y riqueza, se tuvieron el uno al otro.
Nunca se está preparado para morir, casi nadie se preocupa por el día en que tenga que partir, o en el día en que alguno de nuestros seres más queridos se vaya de esta vida. Al escuchar a Ruth describirme su experiencia, desde el inicio de la enfermedad de Toño, las visitas médicas, la angustia de conocer los detalles de su enfermedad y mantenerse lo más tranquila posible para darle ánimos a su amado esposo, confirmo que su amor le dio la fuerza necesaria para ayudarlo a morir, acompañándolo hasta el final.
A pesar del inmenso dolor que ella siente, al tener que continuar viviendo sin su compañía; su alma y su corazón están tranquilos; pues estuvo junto a él, y le dio lo que él más necesitaba: SU AMOR.
Hoy les quiero sugerir algo, mis amables lectores: imaginen por un momento al ser querido que quieran: su pareja, hijos, sus padres o familiares, dentro de su féretro, ya sin vida. No habría ya oportunidad de arreglar las cosas, ni de perdonarlo o mostrarle nuestro amor, no habría manera de hacer nada, sólo arrepentirse por lo que no se hizo.
¿Cuánto dolor podrías soportar en esos momentos?
Parece que la gente que más sufre ante la pérdida de un ser querido es aquella que en vida no resolvió las diferencias con él. Y dejó “asuntos pendientes”.
Todos absolutamente todos estamos muriendo lentamente, nos demos cuenta o no. ¿Qué haremos para extraerle el jugo a la vida?
Te sugiero amable lector lo siguiente:
Haz una lista de las 5 personas más importantes en tu vida y revisa ¿Qué asuntos tienes pendientes con ellas? Es conveniente que te incluyas en la lista. ¿Qué te hace falta por hacer? Ahora, toma ya de una vez la iniciativa y acércate a esas personas de tu lista. No esperes a que tengas que asistir a su entierro para darte cuenta de lo que te hizo falta decir o dar.
Para ti querida Ruth, mi aprecio y admiración porque en vida supiste ser la mejor compañía para tu esposo. Que Dios le brinde consuelo a tu corazón, porque a Toño nunca lo perderás. El desde donde está, estará siempre contigo.
Valoremos a esos seres que han compartido con nosotros muchos momentos, y hagamos un examen de conciencia para ver si nosotros hemos dado suficiente a los que decimos amar.
En ocasiones, hay personas que se preocupan tanto por tener o lograr sus objetivos que sacrifican los momentos con sus hijos o pareja. No digo que dejemos de luchar por las cosas que nos interesan, pero si que meditemos bien en el hecho de que los días únicamente tienen 24 horas, y que aprendamos a dedicarle a cada persona que amamos, un momentito a lo largo de los días.
Incluso, hasta sería conveniente dejar arreglado lo de tu entierro y tu testamento, para que a tus familiares no les dejes deudas o problemas derivados de tu muerte.
Si te murieses ahora mismo ¿De que te arrepentirías, de lo que hiciste o de lo que no hiciste?
¡Aún estás a tiempo!!
Comentarios y sugerencias: e-mail: psi_laurareyes@hotmail.com

Me lanzo al ONLINE

Holaaaa... Me da mucho gusto saludarte luego de un buen de tiempo que no pasaba por aquí... Te cuento que este ha sido un año maravi...